La discriminación en contra de los pueblos originarios de nuestro país, por desgracia, es un problema que persiste en gran medida por la ignorancia respecto al papel que juegan las etnias en nuestra identidad como país. No es un asunto menor.
Según el Censo de Población y Vivienda 2010, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de los 112 millones 336 mil 538 habitantes en México, un poco más de 15.7 millones de personas podían ser consideradas como indígenas, de las cuales 6.6 millones de personas de 3 años y más hablan alguna lengua indígena. En Puebla se contabilizan más de 100 mil hablantes de lenguas étnicas.
Incluso en ocasiones discriminamos sin darnos cuenta, sin querer ofender, pues cuando pensamos en las etnias visualizamos sólo el folklore, sin darnos el tiempo de conocer lo que hacen en la actualidad ni qué es lo que piensan, sin buscar primero entender su realidad, conocerlos y aprender de ellos, sin entender (y mucho menos poner en práctica) el valor que le dan a la tierra y a la naturaleza en general, de la cultura de respeto, de las técnicas artesanales y medicinales de antaño que aún preservan y , en general, de su historia (nuestra historia).
Debemos entender que nuestra sociedad es multicultural y ello implica la integración pero también el conocimiento mutuo de las distintas formas de pensar. Para ello es fundamental dar a conocer el valor de las culturas indígenas, desde su lengua, hasta sus costumbres y tradiciones pero también lo que hacen en la actualidad, sus poetas, sus músicos, sus creadores en general.
Es por ello que desde esta plataforma buscamos difundir justamente ese trabajo que realizan los indígenas de nuestro país
Celerina Sánchez Santiago |
Eugenio Méndez Nava |
De cuna indígena el
13 de julio del año 1946 nace Eugenio
Méndez Nava, en un pequeño poblado llamado San Andrés Tzicuilan, del Municipio de
Cuetzalan Puebla.
A los 25 años de edad, decidió
especializarse en la cerería utilizada
por los mayordomos en las fiestas patronales pues se percató de que esa
actividad sólo la realizaba gente mayor
y por tanto corría el riesgo de desaparecer.
Desde
entonces decidió establecer en su domicilio un taller comunitario, lugar en
donde se elaborarían ceras y cirios para las fiestas patronales del municipio.
Con el paso de los años perfeccionó su técnica y creó nuevos diseños con ayuda
de jóvenes de la comunidad que también se interesaron en apoyarlo y aprender al
mismo tiempo.
Así, Eugenio Méndez a lo
largo de 40 años no sólo se ha dedicado a preservar el arte de la cerería para
las ferias patronales, también se ha enfocado a enseñar a los jóvenes y preservar tradiciones de su comunidad, así como a rescatar artesanías locales, fortaleciendo
con ello la cultura del pueblo.
La maestra
artesana Doña Francisca Rivera Pérez, nació el día 6 de junio de 1944 en la localidad de Tepango,
Zacatipan del Municipio de Cuetzalan,
lugar en donde vivió sus primeros 15
años de vida, posteriormente radicó en la localidad de Nectepec en donde
contrajo nupcias y vivió con su esposo 19 años más, hasta que por fin
decidieron emigrar hacia la cabecera municipal para el año de 1978. Su lengua materna es el náhuatl y el
español lo aprendió al llegar a Cuetzalan centro.
Francisca Rivera Pérez |
Doña Panchita utiliza
técnicas tradicionales como el tejido en curva en telar de cintura, lo que le
ha valido ser reconocida hasta llegar a dar clases de telar en escenarios
internacionales. De hecho ella es pionera en dar clases de telar e
impartir talleres de rescate de técnicas tradicionales prehispánicas lo que ha
mantenido vigente estas técnicas y tradiciones dentro de su comunidad, lo cual
cobra especial importancia pues antaño sólo se
enseñaba al interior de las familias en el cambio generacional.
Ella recrea imágenes de
su entorno y de la vida cotidiana, la actividad agraria, el cuidado de los
animales, la concepción del universo, el sistema ceremonial, la mitología y los
saberes tradicionales.
En México los artesanos que realizan la fabricación de máscaras son sabios, son verdaderos artistas; sobre un pedazo de madera tallan con gran habilidad rostros humanos y de animales, de seres sobre naturales o imaginarios.
El mascarero es un hombre sabio pues conoce la historia, las danzas y los rostros de su pueblo, con manos sensibles sabe tratar los materiales y las convierte en ojos que miran al infinito, en bocas que hacen muecas, en cachetes rozagantes.
Arturo Salazar Hernández nació el 8 de enero de 1985 en Xochitlán de Vicente Suárez, es un joven emprendedor, músico huapanguero y artesano escultor de maderas.
Desde muy joven se ha destacado en su pueblo por ser un icono en la preservación de la cultura nahua y totonaca, y por aportar de manera altruista su talento en diversas festividades en su pueblo; se ha interesado sobre todo, en preservar las tradiciones y costumbres del lugar.
El mascarero es un hombre sabio pues conoce la historia, las danzas y los rostros de su pueblo, con manos sensibles sabe tratar los materiales y las convierte en ojos que miran al infinito, en bocas que hacen muecas, en cachetes rozagantes.
Arturo Salazar Hernández nació el 8 de enero de 1985 en Xochitlán de Vicente Suárez, es un joven emprendedor, músico huapanguero y artesano escultor de maderas.
Desde muy joven se ha destacado en su pueblo por ser un icono en la preservación de la cultura nahua y totonaca, y por aportar de manera altruista su talento en diversas festividades en su pueblo; se ha interesado sobre todo, en preservar las tradiciones y costumbres del lugar.
Fausto Santos Rojas |
“Si no se tiene paciencia no se puede hacer nada”. Con esta
frase Fausto Santos Rojas, artesano de Pahuatlán, se refiere al arte que lleva
a cabo… el del manejo del papel amate.
El papel amate tiene sus antecedentes desde la época
prehispánica; el término más adecuado de esta artesanía sería el de tela o
textil no hilado o no tejido, las cortezas de los jonotes blanco y rojo (ficus
cotinifolia y ficus padifolia) son aplastadas, éstas se cuecen en agua con cal
y se obtiene una lámina vegetal fibrosa de colores que van del marrón oscuro al
amarillo paja.
Don Fausto inició desde los 6 años de edad con la
elaboración de artesanía del papel amate, su papá fue quien le enseñó a
trabajar este material, principalmente en el proceso del recorte, en donde se plasmaba la esencia
de cada cuadro. Esto se logra mediante una serie de pasos que se deben cuidar
que constan de una base de papel obscuro a la que posteriormente se le inserta un recorte de
hojas blancas.
Desde los 6 años, como una herencia de su abuela, comenzó a practicar el tejido a mano, el cual posteriormente transmitió a sus hijos e hijas, a sus yernos y nueras, logrando el desarrollo de nuevos modelos, ya que anteriormente solo trabajaban en la elaboración de “petate”.
Arturo López Cano es el presidente de los alfareros del Barrio de la Luz, quienes realizan este oficio con técnicas ancestrales que datan de hace 300 años y que ha sobrevivido por la herencia familiar.
Nacida en la comunidad de Copalcotitla perteneciente al municipio de Huatlatlauca, Susana Soancatl Zacamitzin es una artesana indígena, quien realiza el manejo de palma y tejido a mano.
Al paso de tiempo, doña Susana pensó en crear algo nuevo elaborando cojines y los fue a dejar al instituto de artesanía, donde recibió ayuda para mejorar su producto; de esta forma tomó una capacitación que la ayudó a depurar su arte. “Gracias a Dios la tomé, nos mandaron un maestro que nos enseñó a hacer una cartera, una carpeta y un portafolio, ya de ahí nosotros hicimos nuevos modelos pero estos ya con nuestras propias ideas, hicimos porta celulares, portarretratos, porta biblias, carpetas, bolsas, cojines, distintivos, monederos de palma, ramos, pulseras, aretes eso es lo que trabajamos, y ya vimos que gracias a Dios nos está resultando”
Arturo López Cano |
El oficio de la alfarería vidriada poco a poco se ha ido extinguiendo y se conserva a través de las familias que por años han trabajado en él. López Cano es uno de los herederos de esta práctica, de hecho, pertenece a la sexta generación que la realiza y, en la búsqueda de que sobreviva, buscan que pueda ser transmitido a la población en general.
Leobardo Tonque Rojas es originario de San Pablito Pahuatlán, en la sierra norte de Puebla, donde realiza artesanía con el papel amate como parte de una herencia ancestral que aún se practica en esta zona del Estado.
La técnica de producción del papel amate implica un esfuerzo importante, iniciando con el corte de la corteza de unos árboles, que posteriormente se cuece con cal y ceniza hasta que esté blanda. Las fibras se enjuagan, se disponen en una tabla de madera y se machacan con un aplanador para formar una hoja que se deja secar al sol.
El artesano explica que en su caso particular también trabajan el bordado de camisas, el trabajo de chaquira en aretes, pasadores, anillos, así como collares
Justina Zepeda |
Artesana de bordado procedente de San Miguel Canoa, Puebla. Este 23 de noviembre, en reconocimiento a los más de 50 años de trayectoria que tiene en el arte del bordado, ,fue reconocida por el Ayuntamiento de Puebla que le otorgó el primer lugar en la convocatoria Mujer Emprendedora, categoría Mujer Indígena Emprendedora.
La incursión de la familia de Justina en el arte del bordado es una historia de superación, surgió de la necesidad económica de su madre, Reinalda Arce, quien, buscando un medio para subsistir, encontró a una persona que se dedicaba a este trabajo, pidiéndole que le enseñara a hacerlo y a partir de ello comenzó a laborar en una sola máquina, haciendo blusas.
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